CONVENTO DE SANTO DOMINGO

La Basílica Menor y Convento Máximo de Nuestra Señora del Rosario conocido popularmente como Santo Domingo, de la ciudad de Lima, capital del Perú, es un conjunto arquitectónico de edificios religiosos bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario y se encuentra en el cruce de la primera cuadra del Jirón Camaná (Calle Pescante) con la segunda cuadra del Jirón Conde de Superunda (Calle Veracruz), en el Centro Histórico de Lima.

 

HISTORIA

Cuando Francisco Pizarro llega a Lima, lo hace en compañía de siete sacerdotes dominicos, al mando de fray Vicente Valverde, quien posteriormente fuera obispo del Cusco. Para facilitar su misión evangelizadora reciben un terreno cerca de la Plaza de Armas, donde se levantaría el convento e iglesia de la congregación.

Los predios destinados a la orden dominica fueron entregados el 18 de enero de 1535, como parte de las celebraciones por la fundación de la Ciudad de los Reyes. Sin embargo, los trabajos de construcción recién se inician siguiente año, de acuerdo a la Real Cédula del 8 de diciembre de 1535, emitida por la reina de España, doña Juana, la cual autoriza al padre Valverde la edificación de iglesias, tanto en lugares habitados por cristianos como indios. Junto a la notificación se le envía ornamentos, imágenes, campanas. (p.19. - Historia de la Iglesia en el Perú).

La inauguración del convento, el primero que se instaura en Lima, se efectuó en 1540, bajo el patrocinio de Nuestra Señora del Rosario. En esa fecha, los dominicos Juan de Olías, Alfonso de Montenegro y Tomás de San Martín –quien asume el gobierno de la orden en calidad de vice-provincial – se trasladan a la que sería su vivienda y parte de la iglesia, tras haber permanecido en el solar de Diego de Agüero, ubicado en la esquina de las calles Judíos y Bodegones, durante seis años. El primer prior fue Martín Esquivel.

Debido a los continuos terremotos que azotaron Lima, muchos de los ambientes originales del convento quedaron en ruinas, por lo que fueron reconstruidos en sucesivas oportunidades. La obra se hizo mediante el apoyo de los fieles con sus limosnas, así como de vecinos notables de la ciudad, cuyos restos hoy descansan en las criptas que ayudaron a edificar. Entre ellos se puede citar al capital Juan Fernández, quien dotó para la Iglesia la capilla de San Juan de Letrán; Diego de Agüero, la de Santo Cristo (hoy capilla del Rosario); y Jerónimo de Aliaga, la antigua capilla de San Jerónimo (actual Santa Rosa de Lima). Debajo de estas áreas existen bóvedas donde yacen estos benefactores, junto a sus descendientes.

Fueron muchas las manos que intervinieron para dejarnos el convento de Santo Domingo y las basílicas que conforman el actual conjunto religioso que hoy conocemos; y también muchas las circunstancias que obligaron a realizar cambios, no sólo en el uso de ambientes, sino también de sus estructuras.

Un claro ejemplo lo tenemos en el ángel que corona una de sus torres y que en las noches servía como faro. Inicialmente fue hecho de bronce, de tres metros y medio, por el platero Fernando Daza. Luego fue sustituido en 1835 por uno de madera. Esto debido a un incendio que arruinó la imagen y la cúpula. Se dice de esta escultura antiguamente miraba hacia la iglesia de La Recoleta, en la Plaza Francia (también de los dominicos), y fue cambiando de posición a raíz de los movimientos sísmicos. En nuestros días su mirada se dirige hacia el distrito del Rímac.

El convento en sus inicios era más amplio que en la actualidad. El avance urbano, hizo que la ciudad fuera tomando parte de sus linderos originales. En su época de esplendor llegaba incluso hasta parte de la avenida Tacna.

 

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